jueves, 22 de mayo de 2008

El antídoto más eficaz: la oración

(El Señor dijo a los setenta a quienes envió:)
En cualquier casa donde entréis…
posad en aquella misma casa,
comiendo y bebiendo lo que os den;
porque el obrero es digno de su salario.
Lucas 10:5, 7.

Después de un día de camino, un pequeño equipo de predicadores del Evangelio llegó a una aldea de Indonesia, conocida por sus prácticas de ocultismo. Se les dio comida, pero cada uno se preguntaba: ¿No estarán envenenados estos alimentos? Mas uno de ellos dijo: –Jesús mandó dar testimonio y comer todo lo que sea ofrecido; confiemos, pues, en él. La comida fue precedida y seguida por varias oraciones. De repente, un aldeano vino a avisarles: –Sus alimentos fueron envenenados por el gran brujo. ¡Antes de que salga el sol, todos ustedes estarán muertos! Estos creyentes se arrodillaron y oraron fervientemente para que Dios interviniera y hablara a ese pueblo atado por el miedo y la esclavitud de Satanás.

Hacia las cuatro de la mañana, un hombre completamente desesperado surgió de la sombra. Presa de una extrema angustia, se echó a los pies de los misioneros, rogándoles: –¡Sálvenme! ¡Sálvenme! Soy el brujo y sé que si ustedes no están muertos cuando salga el sol, soy yo el que va a morir. La mala suerte se volverá contra mí. ¡Tengan piedad! Díganme, ¿qué debo hacer para ser salvo?

El brujo obtuvo la misma respuesta dada en Hechos 16:31 por Pablo y Silas al carcelero de Filipos: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Este versículo produjo el mismo resultado: creyó en Jesús. Actualmente hay muchos cristianos en esta región de Indonesia.

Fuente: La Buena Semilla

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